jueves, 2 de julio de 2009
NOTAS TAURINAS POR FRANCISCO LAZO.
AMIGOS, la fiesta de toros está llena lo mismo de alegrías que de protestas, de triunfos y fracasos y todas estas inquietudes se manifiestan ruidosamente y todos hablan de toros. Es pues la función taurina un cúmulo de impresiones, motor que la ha mantenido viva a lo largo de los siglos, por lo que no es sorpresa la comunión de aplausos y críticas, las expresiones a favor y en contra en tan magnífico espectáculo. Las reacciones, pues, de sus intérpretes, forman parte importante lo mismo que el de los aficionados y públicos que llegan a constituirse en un elemento más que ha atraído nutridas asistencias. No se concibe una corrida de toros sin la participación de viva voz de los espectadores, ya sea para celebrar o discutir con pasión escenas vibrantes por su belleza o para censurar situaciones adversas. Es muy difícil imaginar un festejo taurino sin manifestaciones de alegría o desagrado, y uno calcula que la discrepancia siempre será parte de la función, de su alimento. Estas consideraciones las vimos en vivo el domingo pasado en la cuarta novillada de la temporada en la Monumental Plaza México y así las comentamos, calculando por experiencias que las aclamaciones por nutridas que sean y las protestas por irascibles, no son otra cosa más que las expresiones de una asistencia alegre o irritada y en casos provocada hasta acabar de mala manera. Pero igualmente vinieron a la memoria otros casos todavía más virulentos que se discutieron con calor aprobándolos o reprobándolos y que al domingo siguiente ahí estaban todos; los toros en el ruedo, los toreros enfundados en el traje de luces, los subalternos vistiendo el de plata, los picadores a caballo y el clarín en el aire. Pero eso no fue más que un soplo de cordura y el juicio fue desapareciendo poco a poco hasta desembocar en sucesos censurables. Buscar culpables no sería más que echar mano de paños calientes, pues este no ha sido el primer desorden que se ha desatado en nuestra gran plaza y en otras del interior de la República así como en los países que tienen fiesta. Y como en otras ocasiones tórridas la solución al conflicto está en la frase "borrón y cuenta nueva", más aun para evitar que se corte de tajo la temporada novilleril que en el ruedo ha venido siendo fructífera por el ganado que se ha jugado y los toreros que les han hecho fiestas, pues en cuatro festejos se han cortado otras tantas orejas. Así, pues, se ha confirmado una vez más que tenemos ganaderías que propician el éxito y está creciendo un grupo de jóvenes novilleros con muchas posibilidades de tomar en breve su alternativa. Se presenta entonces como posible recurso que no se suspendan las novilladas en la Monumental capitalina y que al mismo tiempo se establezcan pláticas para resolver divergencias entre autoridades, empresa y los involucrados en el magno espectáculo. Explicado así suena fácil la solución al problema, pero aquí juega un papel muy importante la Comisión Taurina del DF, organismo creado por el gobierno de la capital del país en las últimas décadas del siglo pasado. Inició sus labores entusiastamente pero fue cayendo en un ritmo pasivo, perdiéndose prácticamente en la inoperancia. Los propósitos iniciales de la Comisión Taurina se mantienen, que al fin y al cabo se refieren al orden de la lidia. En principio la integraban 22 miembros, número que fue reducido sensiblemente andando el tiempo, conformada por un presidente, un secretario técnico, un tesorero, vocales que fungen como: Comisionado del Registro Obligatorio de Edades de los Astados; Comisionado del Registro Taurino; Comisionado de Normatividad y Supervisión; Secretario Técnico Auxiliar y 11 vocales más así como un representante que designan la Asociación Mexicana de Empresas Taurinas A.C.; Asociación Nacional de Matadores de Toros Novillos y Similares A.C.; Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros A.C. y La Asociación Nacional de Criadores de Toros de lidia A. C. Los primeros mencionados líneas arriba son designados por el Jefe de Gobierno del DF y durarán en su cargo tres años, pudiendo ser ratificados por un periodo más y no recibirán retribución o compensación alguna. Y para la semana entrante se tiene prevista una reunión de los representantes de las partes en conflicto, para tratar de solventar la desagradable situación.
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