sábado, 18 de julio de 2009

NOTAS TAURINAS POR FRANCISCO LAZO.

AMIGOS, la plaza Arroyo de Tlalpan anunció el jueves pasado una programación muy torera para su temporada de novilladas decimonovena, que como es sabido ha de iniciar el sábado 25 del corriente mes y que constará de diez festejos en principio, pero que pudieran prolongarse a una cifra más elevada. Como es costumbre, intervendrán ganaderías de primer orden de nuestro campo bravo que ya han tenido triunfos en el mencionado escenario y un elenco de jóvenes integrado por toreros americanos procedentes de Colombia, Ecuador, Venezuela y desde luego México. Esta fiesta mexicana que puede decirse también que continental atrae la atención de los aficionados por varios motivos: el primero de ellos una demostración de las diversas formas de practicar la lidia en América con acento emocionado, pues siempre es la emoción el tónico que estimula la fiesta de los toros. Ha ido creciendo notablemente la participación al grado de que cada vez es más factible una selección de toreros que entren en competencia y disputen supremacías con la posibilidad de que algún día se haga realidad un encuentro mundial contándose desde luego con la asistencia de europeos, españoles, portugueses y franceses, con lo cual podrían armarse programaciones multinacionales y apreciar el temperamento y estilos de los actuantes. Y con algo en particular, tener una exposición de las maneras de torear, el genio, condición, maestría, capacidad, bizarría, el dominio del miedo y la expansión del espíritu, lo que se requiere para enfrentar un toro bravo y dar curso al arte de torear. Recordábamos hace tiempo que la probabilidad de una competencia universal en los ruedos se planteó por parte de los hermanos Dominguín, figuras del toreo español y hasta se dieron los primeros pasos para un intento inmediato y que cada país taurino enviara a sus toreros al torneo para hacer y sentir las particularidades de la lidia. Se recibió la idea con entusiasmo, pero por diversos motivos no pudo llevarse a la práctica cuando ya se tenía seleccionada una sede taurina neutral en Guatemala. No prosperó la idea por algunas razones, pero se ha mantenido latente a través de varias décadas y ante la necesidad de vigorizar nuevamente a la fiesta, sería bueno volviera a plantearse. Desde luego que no se ve complicado, pues en las temporadas de cada país participan toreros por lo general de muchas nacionalidades, pero no se le da todavía el atractivo de no sólo pelear por el triunfo sino también el de disputar la superioridad artística de tal o cual estilo de torear. Y sería igualmente viable calificar la calidad del ganado si cada nación pudiera enviar sus propios toros. Domingo Dominguín, de la famosa familia de toreros españoles, fue el que planteó la idea que lastimosamente hasta ahora no ha podido llevarse a cabo. Y amigos, la iniciativa se refresca cada año con la seria competencia en que se ha constituido ya la temporada en Arroyo, donde vemos una versión de lo que pudiera ser un torneo de la fiesta de toros con lo más distinguido de novilleros de cada país participante.

No hay comentarios: