martes, 1 de septiembre de 2009

NOTAS TAURINAS POR FRANCISCO LAZO

AMIGOS, el domingo pasado tuvimos un espectáculo excepcional bajo la lluvia en el ruedo de la Monumental Plaza México convertido en un charco gigantesco y los alternantes presos de un dilema: si me resbalo me va a hacer garras el novillo y si no el público me va a decir hasta de lo que me voy a morir. Cada quien hacía lo que podía en aquel panorama comenzando por el primer espada Luis Manuel Pérez "El Canelo", quien intentó torear lográndolo ocasionalmente y acabó desistiendo ante la imposibilidades de lograr una faena, siendo aplaudido por sus empeños y el segundo espada Miguel Ángel Roldán anduvo a la deriva y para colmo de males se le fue vivo su enemigo. Trabajaban los monosabios a marchas forzadas tratando de paliar el problema que significaba intentar hacer el toreo en aquel escenario convertido en una piscina lo que era una disyuntiva pegarle pases al toro o salir seriamente cornado. Más aun cuando el tercer espada Santiago Fausto Vázquez Mellado salió decidido a triunfar o irse a la enfermería y toreó increíblemente bien y lucido en aquel ruedo inundado, pues su valor se impuso a las precauciones que el instinto indica. Toreó de capa muy elegante y empapado y con la muleta instrumentó una faena temeraria y al mismo tiempo de gran calidad artística con las zapatillas que no se quitó y bien plantadas en el lodazal. El escaso público que asistió no se movió de sus asientos y le coreó con fuerza bajo los paraguas, impermeables, hules y con todo lo que podían para guarecerse del agua, mientras que Fausto iba tejiendo increíblemente una labor con la clase que atesora y cerca, muy cerca, lo que francamente se constituía en una osadía ante un novillo mulato listón bragado, armado con astifina cuerna y bravo. Era el toro ideal para una tarde soleada y bordar el toreo, es decir un escenario distinto al que prevalecía de tiempo frío, tormentoso pero por fortuna estimulado por el coraje del diestro para pasarse al toro por la faja con pases de pecho largos, muy largos. Al público no le importó mojarse con tal de apreciar aquellas escenas sucesivas del atrevido desempeño y del deseo de llegar a convertirse en una figura grande de los ruedos. Y todo hace pensar que lo conseguirá el joven queretano, pues tiene el principal elemento a la mano, su decisión de llegar a mandar en la fiesta. Se perfiló para entrar a matar fijando por un largo tiempo al magnífico novillo que se llamó muy a propósito "Soñador" de la ganadería queretana La Muralla y se fue tras la espada muy derecho sin eludir el encuentro dejando una estocada apenas desprendida que hizo prontos efectos. Estalló entonces una exclamación de los pocos espectadores que asistieron y soportaron la borrasca, entusiasmados por obra tan torera en un clima adverso. Y lo que son las cosas, cuando Santiago Fausto daba la vuelta al ruedo llevando una oreja que se le concedió, premio tacaño para tan soberbia actuación, salió el sol a celebrar el triunfo del toreo, de la fiesta y en ese momento también suspendieron el festejo bajo la protesta de la afición. Y un día antes en la Plaza Arroyo se jugaron cuatro novillos de El Vergel propicios para el buen toreo de los que no obtuvieron el debido provecho Salvador López, Manolo Roldan, Adrián Padilla y Paulo Campero.

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