jueves, 27 de agosto de 2009

NOTAS TAURINAS POR FRANCISCO LAZO.

AMIGOS, los toreros mexicanos de la familia de apellido Silveti llegan ya a su cuarta generación, lo que hace calcular que es la más prolífica que existe en un mundo del toreo universal. Como he sabido, existen ya cuatro genealogías de matadores de toros reconocidas y ayer mismo se inició en plazas de España el novillero Diego Silveti del Bosque, bajo los mejores auspicios y por sus antecedentes inmediatos podría llegar a ser el quinto diestro de la alternativa de los Silveti. La historia pues de esta dinastía torera comenzó a finales de del siglo XIX cuando Silveti Magnón vino al mundo y a sus 23 años se inicio como novillero y se hizo famoso con el sobrenombre de "Juan Sin Miedo", por sus temeridades, por su carácter recio, por su mechón en la frente, su gallardía a bordo de los briosos equinos luciendo el traje de charro con su pistola al cinto y su cigarro puro apretado entre los dientes. Se abrió paso tumbando a espada metiendo la mano armada entre los pitones que le produjeron 13 cornadas, que le sirvieron de acicate y nadie le igualaba en su bohemia romántica. España lo vio y reconoció siempre su altivo jugándose la vida frente a los toros... Y ENGENDRÓ un hijo al que le llamó Juan Silveti Reynoso y quien se ganó el mote de "El Tigrillo", por tener la decisión del padre para ir al toro y al que agregó su refinamiento privilegiado en el arte del toreo, desempeñándose muy cerca y muy altivo para dibujar lances y pases. Tuvo éxitos y llegó a ser astro en el mundo taurino y probablemente su triunfo más resonante entre otros muchos ocurrió un año después de confirmar su alternativa en Madrid el 17 de junio de 1951, la tarde del 25 de mayo de 1952 en la monumental madrileña al cortar cuatro orejas luego de matar a otros tantos astados, pues sus alternantes se fueron a la enfermería. Fue Juan en los ruedos la imagen de los toreros de arte, sin prisas, saboreando cada uno de sus momentos de éxitos. Hoy vive en Salamanca, Guanajuato, con su familia y es mentor del matador de toros michoacano Omar Villaseñor y ayer mismo asistió a la presentación como novillero de su nieto, Diego Silveti, hijo de David, allá en Casavieja, provincia de Ávila, España, y cuyo resultado aparece en estas páginas... JUAN tuvo dos hijos toreros, el mencionado David y Alejandro, de apellidos Silveti Barry, distinguidos matadores de toros, aquel muerto trágicamente y éste dedicado hoy en día entre otras actividades a apoderar toreros. David fue un caso realmente excepcional, pues al ser claramente castigado por los toros perdió mucho de su movilidad en las piernas y eso conjugado con su toreo de gran exposición resultaba casi un suicidio. Y no aumentó distancias con los toros, sino al contrario, todavía las acortó en el colmo del valor y con ello se explica así: "Si me alejo quedo más a su vista y me pueden pegar, pero el andar casi pegado a la cuerna me pierden de vista y puedo darles muletazos completos y más largos". No estaba debidamente comprobado el recurso, pues David fue atropellado muchas veces y en una ocasión en la misma Plaza México, hasta siete veces pinchó, pues no podía apoyarse en sus extremidades para volcarse sobre el morrillo y acertó al octavo intento. El público vivamente impresionado le brindó una ovación de época con un olé que retumbaba hasta los cielos y sacó sus pañuelos blanqueando los tendidos para pedir una oreja, la que le fue concedida, un caso realmente insólito, histórico. Era un torero elegante, místico, espiritual, hasta que llegó el momento que tuvo que retirarse de los ruedos pero siempre apoyando a la fiesta y siendo como una viva expresión de que el toreo no sólo es un arte, sino un sacrificio. Y Alejandro su hermano también practicó el toreo de buenas maneras hasta que se despidió para dedicarse a su profesión de arquitecto y a apoyar toreros que desean ganar glorias en la arena... Y ahora el joven Diego es un nuevo amanecer de los Silveti y ya el tiempo nos dirá hasta dónde ha de crecer artísticamente, pues por lo pronto ya se da por descontado su valor que es característica bien demostrada en los ruedos por su familia.

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